La maldición de la tumba de Tutankamón es la más famosa de todas

La maldición del faraón, el misterio que rodea las pirámides de Egipto

Maldición de Tutankamón
La maldición de Tutankamón

Ya os hemos hablado de las pirámides de Egipto y de cómo se construyeron, pero las pirámides guardan otros secretos. Las pirámides eran tumbas que servían para el descanso eterno de los faraones en su viaje al más allá. Con ellos se iban grandes tesoros, que eran el objetivo de muchos ladrones. Para disuadir de estas intenciones, se creó la creencia de la maldición de Tutankamón. Una creencia que empezó en el Antiguo Egipto y que se ha cobrado víctimas hasta no hace mucho.

De entre todas las maldiciones, la del faraón Tutankamón puede que sea la más conocida. Tras encontrar su tumba en el siglo XVIII, se empezó a especular sobre posibles maldiciones escritas en la propia pirámide. El arqueólogo Howard Carter asegura que encontró una cámara donde se podía leer: “La muerte golpeará con su miedo a aquel que turbe el reposo del faraón”.

Todo este desconocimiento proviene de lo reciente que es, en términos históricos, la civilización del Antiguo Egipto. Poco se sabía en 1900 sobre las pirámides de Egipto o los faraones que descansaban en su interior.

Las primeras muertes de la maldición del faraón

Howard Carter fue el gran descubridor de la tumba de Tutankamón
Howard Carter fue el gran descubridor de la tumba de Tutankamón

A los pocos meses de abrir la tumba, comenzaron a morir algunos de los que ayudaron en la expedición. El primero en morir fue Lord Carnarvon, que según la ha demostrado el paso del tiempo, fue una serie de casualidades más que una maldición.

Una salud deteriorada por un accidente de coche, sumada a la picadura de un mosquito y la infección de la herida, hicieron que poco a poco se fuera apagando su llama. Hay que recordar que por aquel entonces no había ni siquiera penicilina.

A esta muerte se sumaron las muertes de otros miembros del grupo. Esto acrecentó todavía más la leyenda de la maldición del faraón. Incluso el escritor Sir Arthur Conan Doyle declaró que creía en ella. Sin embargo, Howard Carter, el principal responsable de descubrir la tumba, murió por causas naturales muchos años después.

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